miércoles, 2 de diciembre de 2009

Green is the color of love!

-Dime pequeño Peter, ¿algún día crecerás?
¿Algún día tus alas servirán para volar?
¿Algún día desteñirás y serás marrón como los demás?
-No, claro que no!
-Hostia! Un perro que habla!

miércoles, 21 de octubre de 2009

Verde, que te quiero verde.

Peter y Miguel se arrastraban penosamente por los pasillos de su casa, de un lado a otro, de la cocina al sofá, del sofá a la cama... Era una tarde de domingo horrible, llovía a cantaros y no había absolutamente nada en la tele, nada en el ordenador, nada que leer, nada que hacer, nada de nada de nada!
Así que decidieron jugar al escondite por su casa adelante! Miguel ejerció su poder de amo y decidió que Peter pandaba primero, Peter ejerció el poder de sus dentecillos y le hizo saber sutilmente a Miguel que no le gustaba mucho su decisión. Tras una breve exposición de los argumentos de cada uno (y un mordisco bien dado por parte del verdoso cánido) Peter se fue a esconder muy decidido. Miguel contó hasta 69 mientras Peter correteaba por la casa buscando un lugar donde esconderse. Entro en la cocina y ojeo unos segundos hasta que vio el lugar perfecto, el lugar donde Miguel no le encontraría por mucho que buscase!
Justo encima de la mesa había un cesto lleno a rebosar de verdes y brillantes limas con las que la mama de Miguel pensaba hacer su riquísimo sorbete de lima. Peter subió de un salto a la silla, luego se impulso hacia la mesa y se metió de cabeza en el cesto de limas en el momento exacto en que Miguel exclamaba: -¡¡69!!
Busco por toda la casa, debajo de todas las camas, de todos los sofás, detrás de todos los muebles, dentro de todos los armarios... Pero no encontró a Peter en ningún lugar. Mientras, el verdecillo chuquel, tan cómodo como estaba en el cesto de limas, se quedo dormidito.
Tras una media hora buscándole y gritando su nombre, Miguel se canso y se fue a jugar al WOW.
Paso el tiempo y Miguel se olvido de Peter, entre orcos y hadas. Y Peter seguía cómodamente dormido entre limas, cuando la madre de Miguel decidió que era el momento perfecto para hacer su sorbete. Fue cogiendo las limas del cesto, sin saber que en el reposaba el perrito, mientras escuchaba su programa de radio predilecto. Cogía en automático una tras otra, las ponía sobre la tabla de madera, las cortaba a la mitad con un certero tajo y los exprimía. Y Peter aun dormía, ajeno a su negro negro futuro. La madre de Miguel seguía con su trabajo, y en una de estas, agarro al pequeñin que se despertó lentamente sin saber muy bien que pasaba. Lo estampo de mala manera contra la tabla de madera y clavo el cuchillo, gracias a dios sin mucha fuerza...
Peter sobrevivió, como? nadie lo sabe muy bien...

martes, 8 de septiembre de 2009

Miguel.

Aquel niño raro y aquel perro raro enseguida se hicieron amigos. A los padres de Miguel no les hizo mucha gracia, no les hizo ninguna gracia. Pero el pequeño no quería ningún otro perro, quería a Peter. Quería a Peter y a su color verde. Quería a Peter y a sus alas de pingüino. Quería a nuestro pequeño perrito gafe. Y Peter quería a Miguel. Quería a su sonrisa de niño pequeño. Quería a sus ricitos negros. Quería a sus ojos verdes (que pegaban a la perfección con su pelaje) Y ya nadie podía hacer nada contra ese amor. Era definitivo. Era para siempre. Hasta que alguno de los dos muriese, (Peter seguramente...)
Rogó y suplico a sus padres que acabaron cediendo. Y ambos subieron al coche, felices, juntos, y parecía que por fin las cosas le iban bien a Peter. Parecía...

[Aquí un pequeño inciso en la historia de Peter, este blog es y sera siempre única y exclusivamente del pequeño Miguel, que ya no es tan pequeño. Él y solo él sera siempre el dueño de Peter, quien le conoce realmente y estaba allí en el momento exacto en que nació esta estupidísima idea de un blog sobre un perro verde.]

lunes, 7 de septiembre de 2009

Y surgió el amor.

Peter corría, bueno mas bien caminaba, bueno ciertamente se arrastraba (gracias al incidente del cortacesped) por los pasillos de la casa. Estaba deprimido. Si, los perros de colores graciosos también se deprimen. Todos sus hermanitos se irían dentro de poco, algunos de ellos ya estaban en sus nuevas casitas, pero nadie queria al verde Peter y a sus alas de pingüino. Muchos niños ilusionados y felices habían pasado por el criadero con la ilusión de tener un cachorrillo, pero vete tu a saber porque, nadie compraba al pobrecito Peter. Su dueña había intentado regalarlo, incluso pagar para que se lo llevasen! Pero nadie desearía que sus vecinos viesen semejante aberración correteando por su jardín.
Un día que Peter estaba tumbado en el porque (le habían prohibido pasearse por el campo tras el ya muy mencionado incidente) vio como un coche se paraba en la puerta. De el se bajó a toda prisa un niñito de unos 6 o 7 años con un enooooorme sonrisa en regordeta cara. Daba saltos alrededor de sus padres mientras estos caminaban despacio, como regocijándose en la impaciencia de su hijo. Llegaron a la puerta principal y llamaron.
El niñito ni se había dado cuenta de que Peter estaba a escasos metros de el. Pero Peter le miraba fijamente con la esperanza de que fuese a ser su nuevo dueño. En el fondo debía saber que no le iban a escoger nunca. Debió haberlo visto en la cara de su criadora cuando miro al niño y acto seguido a el con cara de pena. Pero Peter es un iluso y así le va como le va.
-Lo siento, pero en este momento solo nos queda un cachorrillo y... dudo que sea lo que están ustedes buscando para su hijo.
-¿Tiene alguna enfermedad o deformación?
La dueña de Peter se limito a señalarlo.
Y entonces se miraron, Peter miro al niño, el niño miro a Peter y surgió el amor. Porque hay niños para todo. Porque para gustos, hay colores y el verde es uno de ellos.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Pobre, pooobre Peter.

Esos pequeños cachorrillos de Golden Retriever correteaban por la finca durante horas todas las tardes. Su madre se tumbaba en el porche a la sombra y vigilaba, o dormía. Mas dormía que vigilaba. Y había sido eso lo que había causado aquel primer gran problema...
Peter se había puesto muy pero que muy nervioso cuando su dueña les llevo por primera vez a la finca donde a partir de ese día vivirían mientras nadie los comprase. Le metieron junto a sus hermanos en aquella lata enorme y con ruedas que se movía. Imaginaros la cara de Peter cuando abrieron las puertas y estaba en un sitio totalmente distinto a donde había vivido desde aquel penoso día de su nacimiento. Sus hermanitos, siempre tan temerarios bajaron a todo correr de la furgoneta. Exploraron todo. Lo olisquearon todo. Se mearon en todo. Pero Peter no acaba de decidir si valía la pena salir de allí.
Al final sus deducciones le llevaron a la conclusión de que si no salia tendría que zarandearse otra media hora de vuelta a su casa. Así es que, se bajo con mucho cuidado. Y en ese momento lo vio todo mucho mejor. La alta enorme casa, las flores de colores, los pájaros que cantaban en aquellos enormes árboles... y lo mejor de todo, esa altísima hierba verde que cubría todo el campo. Peter corrió y se metió de lleno en aquel bosque de hierbajos verdes. Y por primera vez se sintió en casa. Correteo por todo el campo y cuando se canso, se tumbo y se durmió.
Se despertó escuchando un extraño ruido muy muy fuerte que venia de detrás de el. Medio adormilado pensó en girarse pero le dio miedo ver la cara del monstruo que hacia semejante ruido. El sonido se iba acercando a una tremenda velocidad y Peter no sabia todavía que hacer. Cuando se quiso dar cuenta tenia al monstruo encima. Empezó a gimotear pero con ese horrible estruendo nadie le oiría. La criatura le desgarro la piel con sus dientes de hierro, hizo un ruido extraño y paro.
Y así fue como a Peter le paso un cortacesped por encima. Porque, ¿quien distinguiría verde sobre verde? Pero los perros verdes están hechos de una pasta muy dura y nuestro pequeño Peter no es una excepción!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Alas.

Peter tenia alas de pingüino, si, tal como lo leéis, de pingüino. Como si a la Madre Naturaleza no le hubiese bastado hacerle verde, también le dio alas. Le dio unas alas que más bien parecían tumores aferrados a su espalda. Cuando Peter se miro por primera vez al espejo y vio sus alas pensó: "Bien, estas alas me servirán para escapar, para volar hacia mi libertad!"

Se asomo a la ventana del tercer piso donde vivían, que la dueña había dejado abierta. Sintió el aire en su cara, escucho el sonido de las olas del mar, los gritos de adolescentes borrachos en el parque... Saboreo por adelantado su libertad unos segundos. Y se tiro. Estiro sus alas y las agito con fuerza. Pero los pingüinos no vuelan, y los perros verdes, tampoco.

De los detalles sangrientos de la caída, no me pronunciare. Hoy, por lo menos, no.

lunes, 31 de agosto de 2009

El pequeño Peter ha nacido

Peter era feliz nadando en el liquido amniótico Flotaba de aquí, para allí, de allí, para aquí, se chocaba contra uno de sus hermanos, se estampaba contra la placenta, pero Peter era feliz. No tenia ningún interés por el día de su nacimiento pero tampoco temía que salir al exterior. Pasaron los días y de repente, vio la luz. Todos sus hermanitos se agolparon en la salida expectantes por ver el mundo, pero Peter remoloneo un ratito dentro, mas por pereza que por miedo. Al final al pobrecillo Peter lo tuvieron que sacar bajo amenaza de quedarse sin postre, pero ay de el! Si llega a saber lo que le esperaba en esa cálida sala de veterinario, no se movía de hay dentro!

Porque Peter era un perro... especial. Que coño especial! Peter era un perro raro, pero raro de cojones, lo que se dice un perro verde. En sentido literal. Tenia un pelaje de color verde esmeralda que, la verdad, contrastaba bastante con la variedad de marrones de sus congéneres La veterinaria que lo saco quedo muy sorprendida en un principio (vamos que lo flipo en colores, en una gama de verdes mas exactamente) pero tras hacerle varias pruebas y no encontrar ninguna anomalía mas allá de ese color tan raro, le dijo a la dueña que podía llevárselo a casa.