miércoles, 2 de septiembre de 2009

Alas.

Peter tenia alas de pingüino, si, tal como lo leéis, de pingüino. Como si a la Madre Naturaleza no le hubiese bastado hacerle verde, también le dio alas. Le dio unas alas que más bien parecían tumores aferrados a su espalda. Cuando Peter se miro por primera vez al espejo y vio sus alas pensó: "Bien, estas alas me servirán para escapar, para volar hacia mi libertad!"

Se asomo a la ventana del tercer piso donde vivían, que la dueña había dejado abierta. Sintió el aire en su cara, escucho el sonido de las olas del mar, los gritos de adolescentes borrachos en el parque... Saboreo por adelantado su libertad unos segundos. Y se tiro. Estiro sus alas y las agito con fuerza. Pero los pingüinos no vuelan, y los perros verdes, tampoco.

De los detalles sangrientos de la caída, no me pronunciare. Hoy, por lo menos, no.

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